Independientemente de si trabajas como traductor profesional autónomo, o bien en una agencia de
traducción, los traductores obligatoriamente debemos aprender de nuestros errores de traducción. Ejerzo como traductor
desde hace ya varios años y puedo hablar con conocimiento de causa en esta
cuestión.
Han sido muchas experiencias, muchas anécdotas y vivencias, te
podría relatar decenas de ellas. Creo que el ámbito de la traducción enriquece a diario a las personas que la realizan.
Lamentablemente todos los trabajos no son así. Es por esto que puedo afirmar, lleno
de orgullo y satisfacción, que me siento afortunado por formar parte de este
gremio. He trabajado tanto como traductor profesional autónomo, como por cuenta
ajena en agencias de traducción de varias ciudades de España, incluyendo importantes empresas de traducción en Barcelona y Madrid.
Una vez dicho esto, permíteme la licencia de compartir
contigo algunas reflexiones sobre por qué los traductores debemos aprender de nuestros errores de traducción:
Posiblemente conoces ese dicho que dice que “el
hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra”,
pero seguramente también conocerás ese otro que dice que “de los errores se aprende”.
Entonces, ¿cuál de los dos dichos
populares es el correcto?
Sincera y personalmente creo que ambos están en lo cierto.
No me voy a explayar ahora con conjeturas filosóficas que olvidé hace ya cierto
tiempo, pero es cierto que un animal (sea racional o no) se alecciona de dos modos:
mediante la observación y a través
del ensayo y error. La primera opción nos trae el "si no lo veo, no lo creo", y la segunda (ensayo y error) es aquella que absolutamente todos los chiquillos
practican cuando crecen: aunque se le indique que no deben realizar algo, su infinita
curiosidad es más poderosa que la advertencia de peligro, así que lo realizan y
así aprenden.
Más adelante, con el paso de los años, a las personas nos sucede que por un lado perdemos esa curiosidad, y por otro, que a medida que vamos recopilando información, aprendemos que no siempre es necesario probar algo para deducir si es cierto o no. Con la mera observación es suficiente, e incluso en ocasiones ni eso, aplicando la lógica es suficiente. Tropezar varias ocasiones con el mismo error creo que tiene más que ver con la terquedad humana.
Más adelante, con el paso de los años, a las personas nos sucede que por un lado perdemos esa curiosidad, y por otro, que a medida que vamos recopilando información, aprendemos que no siempre es necesario probar algo para deducir si es cierto o no. Con la mera observación es suficiente, e incluso en ocasiones ni eso, aplicando la lógica es suficiente. Tropezar varias ocasiones con el mismo error creo que tiene más que ver con la terquedad humana.
Si eres traductor,
a estas alturas ya debes saber que este hecho
es aplicable perfectamente al mundo de la traducción. Si estás leyendo estas
líneas, tengo el convencimiento que ahora mismo estás echando la vista atrás y recordando
aquel suceso laboral concreto te dices a ti mismo/a: "hoy no me sucedería lo mismo".
Podríamos aseverar sin temor a equivocarnos que para aprender el error es imprescindible.
Sin estos errores solo seríamos una especie de perfección con patas. Pero eso
sí, sin ninguna experiencia, con lo que nuestra existencia no tendría mucho
sentido. Al fin y al cabo, nuestras vidas son una continuación de experiencias y el método científico solo describe
los tres pasos que cualquier ser sigue cuando aprende: observación, suposición y comprobación. Es obvio que un perro no se
plantea una hipótesis, pero sí puede establecer una relación entre un efecto y
un hecho por mediante el análisis, y de la misma manera tiene la capacidad de aprender
que dicha relación era incierta si la entiende simulada.
Volviendo a los seres humanos, todos recordamos unos errores más que otros. Unos gozan de una
importancia mayor en nuestras vidas que otros, e incluso puede que hayan tenido
consecuencias en las vidas de terceras personas, debido a que estamos en
constante contacto con otros individuos. Por supuesto que a mayor importancia
le demos a un error, mucho más vamos a aprender de él y más alerta vamos a estar
para no cometerlo de nuevo. El "todos
cometemos errores" es cierto, pero esto no quita que un error
realizado tenga menor relevancia. Lo más normal es que no nos torturemos por el
hecho en sí, lo pongamos en un rincón de nuestra memoria para que puedan
“saltar” todas las alarmas si nos encontramos de nuevo en una situación similar
a aquella. Pero a la vez intentamos olvidarlo ya que no es un recuerdo
agradable.
De todos modos, dejar
atrás sin olvidar y continuar adelante, es sin duda la mejor opción que podemos
elegir. Los errores nos sirve para aprender de ellos, saber que no podemos
permitir que se repitan. Recordarlos asiduamente, no sirve para otra cosa que
para sufrir, atormentarnos e imposibilitar sigamos evolucionando. Y es que es
cierto que en muchas ocasiones no algo sencillo, pero qué duda cabe que debemos
intentarlo una y otra vez, ¿no crees?
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